Silenciadas

El blanco y negro es el filtro elegido para representar la tortura de las veteranas estadounidenses. En las fotografías se muestra el sufrimiento y la desesperación de unas mujeres marcadas por su pasado. Cada una de las imágenes viene acompañada de la historia de la persona que aparece en ella. Jennifer Morris, cuando tenía 21 años, fue drogada y violada por su instructor después de unirse a las Fuerzas Aéreas. Connie Sue Foss fue violada hasta tres veces en los siete años que duró su carrera militar; en la actualidad sufre trastorno de estrés postraumático (TEPT). Carrie Goodwin se suicidó después de denunciar su violación a sus superiores en la Marina; su padre no supo del abuso que había sufrido hasta después de su muerte.

El reportaje fotográfico de Mary F. Calvert, visible en la exposición World Press Photo de Madrid, pretende ponerle cara a un grave problema que la sociedad militar estadounidense lleva acarreando durante más de una década. El relato de la veintena de supervivientes al Trauma Sexual Militar (MTS) que nos presenta la fotógrafa contribuye a visualizar la precaria situación que han vivido y viven estas mujeres. Sin embargo, ellas son una minoría. La mayoría de las militares víctimas de abusos sexuales no denuncian por temor a las consecuencias. Un estudio llevado a cabo por el Pentágono en 2012 concluyó que unas 26.000 militares fueron violadas o sufrieron abusos en el Ejército, pero solo 3.374 denunciaron los hechos. En 2015 se presentaron 6.083 denuncias, no obstante, apenas un total de 413 casos acabaron en condenas en los tribunales militares.

 Aunque el número de denuncias ha aumentado en los últimos años, este sigue siendo ridículo en comparación con el número de abusos. Esto se debe al miedo que sufren las militares a las represalias por parte de sus superiores. Juliet Simmons fue expulsada del ejército en 2007 tras declarar que había sido violada por un compañero. El motivo de su licenciatura fue que, según el psicólogo de la delegación de las Fuerzas Aéreas donde servía, sufría un “desorden de personalidad no especificado”, un eufemismo para colgarle el cartel de enferma mental. Este no es el único título utilizado por el ejército para deshacerse de las mujeres que denunciaban los abusos, recurrían a otros similares como “mala conducta” o “comportamiento deshonroso”. Para Juliet, la expulsión del Ejército con la etiqueta de “enferma mental” le ocasionó grandes dificultades para encontrar trabajo o para acceder a la sanidad y al crédito bancario. Para los veteranos es muy importante la información que figura en su hoja de servicios, pues una mancha en su expediente puede suponer estar marcados de por vida. En función del tipo de licenciatura que reciban, pueden quedar total o parcialmente excluidos de los beneficios que el Estado les otorga.

La presión de los medios y la opinión pública ha obligado al Ejército a poner en marcha diversas reformas en los últimos años, como la creación en 2013 del Departamento de Veteranos y el Programa Especial de Atención a las Víctimas. Estas reformas permiten denunciar los abusos de forma anónima, además de dotar de defensa legal a las víctimas. Sin embargo, esto nuevos procedimientos no se aplican como deberían ni tampoco han acabado con la práctica común de ensuciar las hojas de servicios de las militares antes de apartarlas de la carrera militar.

Mary F. Calvert ha investigado durante tres años las consecuencias que estas mujeres experimentan al ser ignoradas por su entorno. Los efectos del Trauma Sexual Militar (MTS) van desde el consumo de drogas hasta el abuso de alcohol, pasando por la mendicidad y el aumento del riesgo de suicidio. De hecho, las mujeres veteranas conforman el mayor segmento de población sin hogar de los Estados Unidos.

Para más información, el documental La guerra invisible (2012) es un amplio mosaico de testimonios de mujeres -y también hombres- que se han visto despreciados y humillados tras haber sufrido abusos sexuales en el Ejército. Según los datos aportados por la producción de Kirby Dick, “una mujer soldado destinada en Afganistán tiene más posibilidades de ser violada por uno de sus compañeros que de ser abatida por fuego enemigo.”

Claudia Sánchez Alía (colaboradora)

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