Las Sinsombrero, las mujeres descubiertas

Todos conocemos las historias de la generación del 27, Lorca, Alberti, Guillén… conocemos sus vidas y sus obras, su relación con la Residencia de estudiantes y su relevancia histórica. Hace dos o tres semanas fui a visitar a mi prima, que justo está estudiando este tema en literatura y me preguntó si las mujeres podían ser escritoras, porque no le habían nombrado a ninguna a excepción de Rosalía de Castro y Pardo Bazán. Entonces le expliqué que la historia, lamentablemente está escrita solo desde un punto de vista, y es un punto de vista totalmente eurocéntrico y masculino, y esto es innegable. Le expliqué también que, por supuesto, hubo muchas, muy cultas y muy buenas, que escribieron obras magníficas, pero que no aparecían en los libros por el simple hecho de ser mujeres. Le hablé de Las Sinsombrero, esas mujeres invisibles que tanto aportaron a la generación del 27, pero que, tras su exilio, ya nadie recordó.

Las Sinsombrero fueron pintoras, poetas, pensadoras, novelistas, ilustradoras, escultoras… artistas que mediante sus obras desafiaron a la sociedad y la cultura española de los años 20 y 30. María Zambrano, Rosa Chacel, Josefina de la Torre, Maruja Mallo, Marga Gil Roësset, Ernestina de Champourcin, Concha Méndez, María Teresa León; mujeres que tenían una energía muy potente y muy brillante que representan la edad de oro de las artes, paradigma de la revolución feminista y demostración de la igualdad en todas sus vertientes. Y su obra, es imprescindible para entender el contexto de un país que nunca las escuchó y que en cuanto tuvo ocasión, las cubrió de polvo para dejarlas abandonadas en el cajón del olvido.

“Todo el mundo llevaba sombrero. Era algo así como un pronóstico de diferencia social. Pero un buen día, a Federico Adalí, a mí y a Margarita Manso, otra estudiante, se nos ocurrió quitarnos el sombrero y al atravesar La Puerta del Sol nos apedrearon, insultándonos como si hubiéramos hecho un descubrimiento como Copérnico o Galileo.” Dijo Maruja Mallo, una de las más insurrectas y magníficas mujeres de su tiempo, para RTVE, explicando por qué las bautizaron con este nombre.

Antonio José Mesa, director del Centro Cultural Generación del 27, declara que “muchas de estas mujeres habían dejado tras de sí una obra que, siendo ecuánimes, si se compara con algunos compañeros de generación, están al mismo nivel o incluso por encima del legado de algunos varones que recordamos”. Y no es que en la Generación del 27 los hombres fueran por un lado y las mujeres por otro, no. Colaboraban en la Revista de Occidente y en otras revistas, participaban conjuntamente en las misiones pedagógicas y por la correspondencia que mantenían se sabe que mantenían una estrecha relación entre hombres y mujeres.

Concha Méndez era poeta, de su pluma brotaba una poesía hermética pero informada, de haber leído a los grandes literatos, en la que volcaba sus frustraciones de un modo poco experimental. Fue autodidacta, como muchas de sus compañeras de generación. Concha Méndez era  una mujer vitalista e  independiente, con ansias de libertad, que la llevaron a volar sola a Argentina, algo insólito para su época, donde escribió “Canciones de Mar y Tierra” (título muy influenciado por el “Marinero en Tierra” de Alberti), que finalmente fue publicado en 1930 en Argentina con ilustraciones de Norah Borges, crítica de arte e ilustradora, pero conocida por ser la hermana de Jorge Luis Borges. Otras de sus obras son “El Surtidor” o “Vida a Vida”, grandes ejemplos de la poesía clásica de la época. Una anécdota curiosa es que ella veraneaba en San Sebastián, donde conoció a un aragonés con el que tuvo una relación de siete años. Este joven resultó ser nada más y nada menos que Luis Buñuel.

Marga Gil Roësset también era poeta, de ella decían que, tanto ella como su hermana Consuelo eran recordadas por su aspecto. Su madre las vestía con capas y sombreros muy peculiares. No había dos niñas como ellas en Madrid. Fueron niñas muy formadas, que leyeron mucho y su trayectoria comienza a los 12 años, cuando ilustra el libro que escribió su hermana pequeña. A una temprana edad, triunfa y se declara una artista consagrada, pero los críticos de arte de la época, José Francés, entre otros, se dedicaron a “virilizarla” en palabras de Nuria Capdevilla, catedrática de Estudios Hispánicos y Género en la Universidad de Exeter. Incluso el mismo Juan Ramón Jiménez, la tildó de hacer un arte masculino y con una fuerza muy viril, comparándola con su hermana Consuelo, mucho más grácil y femenina. Sus ilustraciones tienen gran sensualidad y se relaciona con lo abyecto, muestra diferentes identidades étnicas y, cuando posteriormente se dedicó a la escultura, utilizó materiales muy poco comunes, y sus obras, entre las cuales destaca “La mujer del ahorcado”, están caracterizadas por el sufrimiento y la tensión. Conservamos muy pocas obras de Marga Gil de Roësset –apenas 17- porque el día anterior a quitarse la vida, fue a una cantera a destruir la mayoría de sus obras.

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Josefina de la Torre fue una escritora y actriz de mucha relevancia, pero que, al no exiliarse durante la guerra, sufrió mucho durante su estancia en Madrid. A pesar de ser uno de los iconos del siglo XX, fue censurada en varias ocasiones. Era una de las actrices más vocacionales de la historia, fue dobladora, actriz, guionista, música, poeta… su afán por formar y entretener era indiscutible. De hecho, Josefina figura en el poemario de 1934 de Gerardo Diego como una de las escritoras imprescindibles de su tiempo. Nacida en Canarias, es catalogada por el propio Gerardo Diego como “la voz insular”.

Maruja Mallo fue una pintora que abrazó las vanguardias con los brazos abiertos. Su enorme personalidad y vitalidad le convirtió en una figura muy incluyente para sus colegas. Y gracias a sus grandes dotes de comunicación y calidad artística consigue que Ortega y Gasset publique en La Revista de Occidente una pequeña exposición de su obra. Este hecho es muy emblemático, porque la revista no hizo nunca más otra exposición, por petición ex profeso de Ortega y Gasset. Su influencia y su amistad con el resto de artistas de su generación llegó tan lejos que participó en la celebérrima película de “Un perro andaluz”, apareciendo en la escena más icónica de la cinta.

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Ernestina de Champoucín fue una escultora y poeta extremadamente moderna, muy amiga de Gil de Roësset. Una poesía muy distinta a la de Chacel, una poesía de exilio. De muchos exilios. Exiliada de su familia, monárquica, siendo ella republicana. En Méjico se exilia de España, pero en 1938 se exilia de su marido y sus conocidos. Esto le lleva a una tremenda crisis existencial que la empuja a la religión. Se unión al Opus Dei y creía estar completa, pero cuando vuelve a España en los 70, se encuentra como una exiliada más dentro del resto de poetas exiliados, y no acaba de encontrar su sitio, porque no se siente libre.

Rosa Chacel, escritora, sobrina nieta de Zorrilla, muy independiente y autónoma de pensamiento, unas características muy poco comunes en mujeres como ella, que no fueron al colegio nunca, porque tenía una salud muy delicada, y la educó su madre, maestra de profesión.

María Teresa León fue una gran escritora y actriz. Su obra, “Memoria de la melancolía” es uno de los libros fundamentales de la literatura española, que desmitifica la I República y nos habla de ella desde su punto de vista.

María Zambrano fue filósofa, es considerada una de las principales pensadoras españolas de la década de los 20. Sigue la corriente vitalista de finales del S. XIX, que busca la filosofía de una forma práctica, como una forma de vida. Tiene una filosofía tan bien narrada, que parece que te relate lo que escribe, por eso su manera de escribir es como un péndulo entre lo narrativo y lo filosófico. Afirmó que vivía en la utopía, y es consciente que su generación fue uno de los motores de cambio hacia la España progresista, pero también sabe que les salió muy caro ese “delirio” de libertad y cambio. Cuando estalla la guerra civil, ella está en el extranjero, pero decide volver cuando las fuerzas republicanas están flaqueando, porque cree que España la necesita, pero finalmente su bando pierde la guerra y tiene que marcharse de nuevo.

Todas estas mujeres, grandes artistas y profesionales de su época, han marcado un antes y un después no solo en la literatura, sino en el devenir social y cultural de España, pero es una generación que ha desaparecido. Las Sinsombrero suponen la Edad de Oro de la mujer en España, mientras que la Generación del 27 es considerada la Edad de Plata para los hombres.

Sin embargo, parece que, en algunos casos, los silencios duelen más que las balas. Vuelvo a la realidad y miro a los ojos de mi prima. No puedo le responder, porque no hay explicación. ¿Por qué a lo largo de nuestros estudios en primaria o en el instituto estudiamos a más de 200 autores y a no más de 20 mujeres? No es que no estuvieran ahí, es que La Historia no es más que una parte pequeña de la historia contada desde el punto de vista de quien la escribe. Pero nada ha ocurrido así en realidad. Si las mujeres somos el 52% de la población mundial, ¿Por qué no se ocupan los puestos de poder o de relevancia de forma igualitaria entre hombres y mujeres? Podría parecer que, por simple probabilidad, debería haber una cifra más parecida entre ambos sexos, pero no es así. Nos han contado solo una cara de la moneda, La Historia no está entera y entre todas y todos debemos completarla.

Patricia Subirá (colaboradora)

 

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